Las células no son solo un montón de genes y enzimas, están compuestas por estructuras complejas y organelos tan especializados como todos nuestros órganos. Algunas de estas células se encargan de la degradación de componentes propios y extraños, es decir cumplen funciones de reciclaje. En la biología es indispensable un sistema de destrucción y muerte programada, pues son necesarios para la vida.
Muchas cosas importantes dependen de ese reciclaje. Una obvia es la supervivencia en una situación de inanición o de estrés, consumiéndose en parte para asegurarles energía y materiales a las funciones primordiales. Otra es la destrucción de agentes infectantes. Pero también se encontró que era un sistema para eliminar errores, estructuras defectuosas o las que se dañaban por efectos de la edad. Es decir, un sistema que contrarresta, en parte, los efectos del envejecimiento. Por eso, problemas en el reciclaje se han relacionado con enfermedades como el parkinson, la diabetes tipo II y el cáncer, que tienen que ver (de alguna forma) con errores no corregidos a tiempo.
¿CÓMO LO DESCUBRIÓ?
Ohsumi empezó a hacer sus investigaciones con la levadura, pues este organismo posee células complejas como las nuestras con núcleos y organelos especializados, pero son más pequeñas y mucho más fáciles de manipular en el laboratorio. Por su tamaño, era muy difícil detectar las vesículas autofágicas, entonces generó levaduras deficientes en algunas enzimas degradativas y luego las sometió a inanición. Muy pronto vio cómo se llenaban de vesículas. Pudo verlas porque se paraban sus procesos y no llegaban a destruirse.
Con ese mismo sistema y con paciencia, mutando un gen después de otro, logró en pocos años mostrar una cascada completa de procesos degradativos que suceden dentro del organelo. Pasó a las células humanas más complejas y encontró que el proceso era prácticamente el mismo.
Muchas cosas importantes dependen de ese reciclaje. Una obvia es la supervivencia en una situación de inanición o de estrés, consumiéndose en parte para asegurarles energía y materiales a las funciones primordiales. Otra es la destrucción de agentes infectantes. Pero también encontró que era un sistema para eliminar errores, estructuras defectuosas o las que se dañaban por efectos de la edad. Es decir, un sistema que contrarresta, en parte, los efectos del envejecimiento. Por eso, problemas en el reciclaje se han relacionado con enfermedades como el parkinson, la diabetes tipo II y el cáncer, que tienen que ver (de alguna forma) con errores no corregidos a tiempo.
Este Nobel es uno más en la serie que se ha otorgado a los sistemas biológicos de degradación y reciclaje. Christian de Duve (1974) lo obtuvo por la descripción del compartimiento llamado lisosoma, donde todo esto sucede. Sydney Brenner, H. Robert Horvitz y John E. Sulston (2002)fueron reconocidos con este galardón por el fenómeno que llamaron apoptosis, o muerte celular programada, que resultó fundamental para el desarrollo del embrión y Aaron Ciechanover, Avram Hershko e Irwin Rose (2004) obtuvieron el premio nobel de química por la descripción de un sistema que marca en la célula las proteínas destinadas a ser degradadas.